Entre los 30 y los 35 años la ciencia nos dice que la producción de colágeno, elastina y ácido hialurónico empieza a disminuir en el ser humano. Esto provoca que la calidad de la piel se vea perjudicada de manera progresiva, que será más o menos rápida en función de nuestro estilo de vida, alimentación, deporte, consumo de tabaco, alcohol y todo aquello que afecte al metabolismo cutáneo.
Consiste en la combinación de diferentes tratamientos para combatir el descolgamiento de los tejidos. ¿Cómo lo hacemos? Pues estableciendo una planificación para actuar en todas las capas y con las diferentes tecnologías disponibles. En cada caso se indicará el tratamiento o tratamientos más adecuados que pueden incluir: inyecciones de ácido hialurónico, inductores de colágeno, radiofrecuencia, hilos, carboxiterapia, vitaminas, peelings, lipofilling…
Al tener la piel más deshidratada, con cierto descolgamiento y con arrugas finas tenemos que actuar para mejorar la flacidez en todas las capas cutáneas. No solo hemos de aportar volumen en las zonas que lo han perdido, sino reposicionar los tejidos y mejorar su calidad combinado diferentes tratamientos.
Sí; no todas las zonas presentan ni el mismo grado de flacidez, ni la misma velocidad de envejecimiento. Lo importante es ir adaptando la planificación de la manera más adecuada.
Dependiendo del tratamiento realizado, la mejoría puede plasmarse desde sentir la piel más firme y turgente, hasta un reposicionamiento de los tejidos.
Esta es una pregunta que debemos responder de manera consensuada una vez analizadas todas las perspectivas. No existe una edad límite para realizarse cualquier tratamiento si las expectativas son realistas.
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